Genial delirio cinematográfico de Wes Anderson que pasa por el ser el director de moda ahora en Estados Unidos. Mezcla de cuento, de cómic y de recreación histórica de la europa central durante el nazismo, con grandes dosis de fantasía e ingenio desbordante logra construir una película tremendamente original y única.
Además, aunque por su formato no lo parece a primera vista, es una sutil parodia y crítica de cómo el nazismo inundó Europa de una manera casi natural, para lo que se inventa un país -la república ficticia de Zubrowka- y unos personajes con los que es muy fácil establecer el paralelismo.
El hilo conductor será la historia vital del conserje que entra como aprendiz y acaba siendo el dueño porque la propietaria lo declara heredero universal.
Llena de actores de primer nivel, algunos de ellos con papeles mínimos, pero que da una idea de la atracción que ejerce este director, no debe faltar nadie que se precie, aunque sea para rodar un sola secuencia.
Catapultado hasta ahora más por la crítica y por las grandes productoras, con esta película debiera lograr el del público. No sé si al final será así, pero a mí me ha gustado mucho y eso que hasta ahora este director no me convencía en absoluto. Su anterior película, Moonrise Kingdom (2012), con Harvey Keitel y Edward Norton de boy scouts en partalón corto, me pareció una marcianada total.
En el Festival de Berlín de 2014 ganó el Oso de Plata al Gran Premio del Jurado.
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