Wallace es un frustrado exjugador de golf que trabaja anodinamente en una multinacional. Su triste divorcio, su hijo que no le habla y su novia que no le gusta, le harán fingir un suicidio y con la personalidad de otro intentar una nueva vida.
En su huida encontrará a una chica de la calle que ocasionalmente es cleptómana y prostituta, y que también huye de una madre y de una melliza esquizofrénicas, con el pánico de que ella también desarrolle la enfermedad.
Ni más ni menos que con esta historia tan exótica el director nos quiere hacer ver el valor que tiene la familia y que la vida fuera de ella no tiene sentido. Sin embargo para llegar a esa conclusión crea esta historia delirante e inverósimil, entiendo que para ser más original que nadie, siendo el resultado, eso sí, un desastre completo.
Imaginamos que Colin Firth necesitaba hacer algo distinto y a fe que lo ha conseguido. Seguramente por los mismos motivos la guapa Emily Blunt también se embarcó en la aventura, con un resultado penoso.
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