La película empieza en Roma, en pleno centro de la ciudad, justo delante de la Universidad Gregoriana, con una manifestación de pensionistas en los años 50 que reclaman un aumento de sus depauperadas pensiones.
Entre ellos está Umberto D., antiguo funcionario del Ministerio de Obras Públicas italiano y que ahora vive con una justa pensión que no le permite ni siquiera pagar la habitación en la pensión en la que vive con un perro pequeño.
Constituye un estupendo paseo por la Roma de los años 50, con sus calles y plazas, sus tranvías y sus edificios, de un anciano que vive sus últimas días en penuria y soledad. Rodada en ese estilo casi documental que supuso el neorrealismo, precisamente para transmitirnos de manera fidedigna las dificultades de las personas que vivían en esas condiciones después de la guerra.
La película es un homenaje al padre de De Sica, con el que se sabe que tenía una relación especial. Nominada a los Óscar como mejor guión en 1958, también tuvo la nominación a la Palma de Oro en Cannes como mejor director en 1952.
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