Comedia dramática coral de una serie de hombres y sus relaciones con sus respectivas parejas que al final resultan estar entrelazadas.
Uno de ellos está deprimido a pesar de tenerlo todo y es carne de psicoanalista, en contraste con el antiguo amigo, que ha vuelto a casa de su madre con su gato y que aunque no tiene ni siquiera trabajo duerme como un bebé.
Otro, que engañó a su mujer con otra y se fue de casa para de repente decidir volver cuando sin embargo ella ya se ha buscado otra pareja y está embarazada, o el que casado y con un hijo recién nacido pretende tener un rollo con una colega de trabajo y ésta decide gastarle una broma con otras compañeras.
Uno más que con ayuda de ansiolíticos busca entender por qué su mujer tiene una aventura y se dedica a espiarla cuando se la pega con otro, con el que además traba relación y resulta que éste le ha puesto su nombre a su perro.
Por último dos chicas que intercambian conversaciones con sus respectivos maridos en un intento de que cada uno descubra las intimidades del otro, la impotencia sexual de uno y la tendencia al maltrato físico del otro.
Historias en definitiva en la que los hombres salimos muy mal parados y seguramente con razón, la dificultad para reconocer nuestros problemas delante de los amigos -un clásico-, nuestra incapacidad para darnos cuenta de la realidad de nuestras vidas, la tendencia a intentar practicar sexo fuera de la pareja cuando se puede o la poca disponibilidad para tomar decisiones que nos impliquen responsabilidades, se ponen de manifiesto en la trama y creo que de manera bastante fidedigna.
Buena interpretación de todos los actores, de lo más granado del cine español en la generación de los 60/70, donde destacaría la actuación de Cayetana Guillén Cuervo, que logra tener una extraordinaria presencia cinematográfica, y meritoria dirección de Cesc Gay que en su cine se ve que es un gran observador de la realidad y que tiene la virtud de ser capaz de transmitirlo en la ficción, a diferencia de tantos cineastas ensimismados que pretenden contarnos sus historias sin reflexionar previamente si pueden tener interés o no.
Otro, que engañó a su mujer con otra y se fue de casa para de repente decidir volver cuando sin embargo ella ya se ha buscado otra pareja y está embarazada, o el que casado y con un hijo recién nacido pretende tener un rollo con una colega de trabajo y ésta decide gastarle una broma con otras compañeras.
Uno más que con ayuda de ansiolíticos busca entender por qué su mujer tiene una aventura y se dedica a espiarla cuando se la pega con otro, con el que además traba relación y resulta que éste le ha puesto su nombre a su perro.
Por último dos chicas que intercambian conversaciones con sus respectivos maridos en un intento de que cada uno descubra las intimidades del otro, la impotencia sexual de uno y la tendencia al maltrato físico del otro.
Historias en definitiva en la que los hombres salimos muy mal parados y seguramente con razón, la dificultad para reconocer nuestros problemas delante de los amigos -un clásico-, nuestra incapacidad para darnos cuenta de la realidad de nuestras vidas, la tendencia a intentar practicar sexo fuera de la pareja cuando se puede o la poca disponibilidad para tomar decisiones que nos impliquen responsabilidades, se ponen de manifiesto en la trama y creo que de manera bastante fidedigna.
Buena interpretación de todos los actores, de lo más granado del cine español en la generación de los 60/70, donde destacaría la actuación de Cayetana Guillén Cuervo, que logra tener una extraordinaria presencia cinematográfica, y meritoria dirección de Cesc Gay que en su cine se ve que es un gran observador de la realidad y que tiene la virtud de ser capaz de transmitirlo en la ficción, a diferencia de tantos cineastas ensimismados que pretenden contarnos sus historias sin reflexionar previamente si pueden tener interés o no.
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