El abrazo partido (2004), Daniel Burman

La historia se centra en Ariel Makaroff, nieto de refugiados polacos del Holocausto emigrados a Argentina, cuya vida transcurre en una galería comercial donde su madre tiene una mercería -probablemente en el barrio del Once en Buenos Aires, de mayoría judía, sobre el que el propio director ya ha tratado en otras ocasiones- donde casi todos los comerciantes son judíos, junto con algunos italianos o coreanos, con sus vidas conocidas por todos, que parecen formar un microcosmos particular.

El padre de Ariel los abandonó cuando éste tenía 8 años marchándose a Israel. Ariel desea emigrar a Europa, para lo que necesita un pasaporte europeo, por lo que recurrirá a su abuela, que tiene un cierto trastorno con los recuerdos traumáticos de la Polonia de la que tuvo que huir para escapar del genocidio contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Rodada justo después del corralito en Argentina, que produjo una oleada de emigración al exterior, la película tiene también un trasfondo en torno a la falta de oportunidades en ese país en ese momento y la percepción de Europa como un lugar donde progresar. Constituye un buen retrato de las peculiaridades de una comunidad judía y de la búsqueda de Ariel de un futuro y de una identidad personal dentro de ese ambiente.

Aún siendo loable el intento del director por transmitirnos las vivencias de un personaje en un grupo y en su entorno más amplio, cinematográficamente resulta pobre, cayendo una vez más en esa obsesión por mover la cámara insistentemente, provocando incluso el desencuadre de los personajes en alguna ocasión, cuando no filmando con la cámara detrás del personaje, costumbres que resultan tan incómodas para el espectador y que dice poco de los méritos técnicos del director para crear un estado de ánimo particular cuando se ve. Pudiéndose ser una buena película, la transforma en lo que un espectador medio diría un "coñazo".

Fue la candidata oficial para representar a Argentina en los Óscar de 2004 como mejor película extranjera, aunque finalmente no fue nominada. También ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín de ese año y el Oso de Oro al mejor actor.

Demasiados reconocimientos a mi parecer que tiene este director tan joven, al menos con esta película, que creo que se beneficia más de esa costumbre de los festivales de cine de premiar el exotismo que por otros méritos meramente cinematográficos.