Viviane es la protagonista de la historia que se desarrolla en Israel. Lleva cinco años tratando que un tribunal rabínico le conceda el divorcio de su marido.
La determinación de Viviane a conseguir su divorcio se contrastará con la negativa de su marido a concedérselo y la ambigüedad del tribunal ante la aplicación de la ley.
Excelente película que tuvo una buena acogida en una sección fuera de concurso del último festival de Cannes, que bien podría ser una obra de teatro, ya que está rodada en una sala pequeña con un número limitado de actores.
A pesar de esa reducida escenografía resulta entretenida y los actores hacen un gran trabajo.
Quizás pueda ser más destacada por su valor documental, porque pone de manifiesto una realidad social en Israel, el conflicto entre leyes civiles y leyes religiosas, donde un simple trámite administrativo como puede ser un divorcio, en virtud del respeto de las tradiciones, en su mayor parte religiosas, se puede convertir en un problema sin fin.
En todo momento el director parece querer resaltar la paradoja que se produce en Israel, donde a pesar de ser un país moderno y desarrollado en muchos aspectos, el ejercicio de los derechos individuales queda supeditado a normas de trasfondo religioso y que además tienen un rango superior.
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