En un futuro cercano la Tierra ya no será capaz de servir de sustento a la humanidad. Los cultivos son devastados por plagas que consumen el oxígeno terrestre de manera definitiva junto con tormentas de polvo que asolan el planeta, haciendo que la humanidad haya retrocedido a una sociedad agraria.
En esta situación de emergencia un expiloto de pruebas de la NASA e ingeniero convertido en un modesto granjero que vive con su familia, como siempre pasa en estos casos, se verá forzado a reincorporarse a su antiguo trabajo para ayudar a encontrar otro planeta donde la humanidad pueda subsistir.
Con estas premisas bastante plausibles el director Nolan que nos asombró con su debú en Memento o después con Insomnia, ahora especializado en películas de ciencia ficción o de Batman o similares, firma una película entretenida que se deja ver.
Aunque tiene los consabidos toques apocalípticos y posteriormente redentoriales de la humanidad, con momentos de drama familiar al uso norteamericano, suscita cuestiones científico-existenciales, que aunque a mí me falte imaginación para entenderlas, pueden ser interesantes para algunas personas.
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