Silver Linings Playbook (2012), David O. Russell. (El lado positivo de las cosas)

Extraña expresión en inglés para el título de la película que en cambio tiene una traducción sencilla al español: Manual del lado positivo.

Historia de dos jóvenes que padecen el trastorno bipolar con todos los problemas que ello conlleva para sus familias y amigos, que se conocen en una cena y se van enamorando progresivamente, en contra de la voluntad del chico, que todavía sigue enamorado de su exmujer, de la que tiene una orden judicial de alejamiento.

Lo que empiezas no estando seguro de si te va a gustar o no, termina evolucionando hacia un folletín romanticón donde la pareja supera una prueba final que inicialmente parecía insalvable, con el lógico regocijo final de todos y la moraleja de que si eres constante y tienes mucha fe en la vida, la suerte te acabará sonriendo.

Para más inri, el despropósito no termina ahí, porque el director se olvida de todos los problemas psicológicos que tenían los chicos, de una forma banal nos hace ver que quizás los locos son los demás y vemos nada menos que a Robert de Niro haciendo un papel deplorable como padre del chico lleno de manías completamente estúpidas.

Aunque este tipo de películas gustan mucho en Estados Unidos, donde ha batido récords de taquilla y donde curiosamente ha sido muy bien acogida también por la crítica, no estoy seguro de que trivializar de esta manera esta enfermedad sea del agrado de los que la padecen.

Para rematar la faena mencionemos el hecho disparatado de que haya tenido nada menos que 7 nominaciones a los Óscars 2013 y que lo ganara la chica como mejor actriz, lo que me reafirma en mi idea de no ver la entrega de estos premios desde hace muchos años. Como bien dice mi buena amiga Julia -que se está convirtiendo en otro de mis gurús-: Me no comprender.