Main dans la main (2012), Valérie Donzelli

Cuando Elena y Joaquín se conocen, tienen vidas completamente diferentes, ella dirige la prestigiosa Escuela de Danza de la Ópera Garnier en París y él es un empleado en una empresa pequeña de espejos en una ciudad a las afueras de la capital.

Elena tiene detrás de sí nada menos que al Ministro de Cultura, que no para de cortejarla, que ella con su carácter arisco se permite de despreciar, mientras vive con su inseparable amiga Constanza.

Cuando Joaquín, que tiene como 20 años menos que ella, va un día a la Ópera a entregar un vidrio se producirá el encuentro, intercambiando por error un rápido y furtivo beso, se producirá algo impensable e inexplicable, de repente una fuerza invisible les une de tal manera, dando lugar a una locura que hará que nunca más puedan separarse.

A partir de entonces se convertirán en dos imanes que pasarán las 24 horas del día juntos, en el baño, por la calle, en la cama, como si estuvieran bailando un vals interminable, hasta que el encanto se rompe. 

Tercera película de una directora joven que había sorprendido con su anterior película Declaración de guerra, realizada junto a su pareja Jérémie Elkaïm -nuestro Joaquín de esta historia, donde ella hace también de su hermana-, donde narraban la enfermedad de su hijo de 18 meses y que fue muy bien recibida en Cannes en 2011.

Entiendo que para cambiar de registro y quizás no pecar de vanidosos han realizado esta película totalmente diferente, con el único interés, aparte de nuestro amadísimo París y su ópera, de ver a la excelente actriz Valérie Lemercier, cómica adorada en Francia por su gran versatilidad y humor inteligente.

Lo que a mí me parece un intento de ser una película surrealista, grotesca y divertida a partes iguales, e incluso en ocasiones conmovedora, creo que al final resulta ser simplemente una película insulsa.