Bueno, pues eso me sucedió a mí en el último Festival de cine de Roma, donde guiado por el nombre de Walter Hill -el director de cine norteamericano autor de varias películas de acción famosas en los años 80-, que presentaba la última que había dirigido, compré la entrada con la sorpresa posterior de que Silvester Stallone era el protagonista absoluto.
En ella hace el papel de un asesino a sueldo que se junta con un detective joven de la policía de Nueva York para llevar a cabo una investigación de alto riesgo que va desde los callejones lúgubres en Nueva Orléans hasta los últimos despachos del poder de Washington, D.C. El dúo, motivados por un afán ilimitado de justicia total, harán frente a los asesinos más despiadados, acabarán con todos los que se interpongan en su camino, y como es lógico estarán dispuestos a sacrificar todo sin escatimar ningún medio violento.
Con él patrón base de las películas que le dieron la fama, el chico duro que se hizo malo porque la sociedad fue injusta con él, lleno de cinismo y que sólo tiene comentarios sarcásticos para todo el mundo, en contraposición al policía puro en busca de la justicia ideal.
En fin, mala película que por lo menos resulta entretenida, donde cuesta habituarse a un Silvester de 66 años más recauchutado todavía y donde sorprende que el gran actor Christian Slater - el monje joven ayudante de Sean Connery en El nombre de la rosa-, haya decidido hacer un pequeño papel de muy malo en esta película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario