El protagonista es Ryan Gosling para el que han elegido un estilo particular, reloj, cazadora y guantes vintage, con palillo en la boca, -para desgracia de Ryan, en estas cosas me recuerda un poco a Stallone en Cobra-, y personalidad reservada, silencioso, tranquilo y sensible, que no dice palabrotas y además es educado. En esto, toda una novedad. Me da que se pondrá de moda el chico y el estilo.
El problema se plantea en la 2ª parte de la película, -nunca mejor dicho, porque la he visto en Italia, donde todavía se hace pausa a la mitad en los cines-, cuando el protagonista se enfada con los malos por defender a la chica y se vuelve de un violento salvaje que haría las delicias de Joe Pesci -en particular las escenas del martillo o del ascensor-, no quedando al final títere con cabeza, entre litros y litros de sangre.
El director ganó la Palma de Oro en Cannes ya que logra crear un atmósfera intimista muy sugestiva, adornada con una buena música y una excelente fotografía, con unas escenas de acción muy bien filmadas, donde los amantes de los coches se podrán derretir con el Chevrolet Impala tuneado y con el Ford Mustang negro rugiendo por las calles de Los Ángeles. El creo Ford de los 70 de dos puertas que es el coche de Gosling durante toda la película, otra belleza.
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