Película presentada en el Festival de Venecia de 2010 basada en el libro del escritor japonés tan de moda estos días Murakami.
Narra la historia de tres jóvenes japoneses en Tokio a finales de los años 60 con el trasfondo de la revueltas estudiantiles. El chico protagonista Toru está enamorado de la chica Naoko, que a su vez está enamorada del otro chico, Kizuki.
El suicidio repentino de este último alimenta la inestabilidad mental de Naoko, que hace necesario ingresarla en una residencia psiquiátrica en medio de unos bosques.
Mientras tanto Toru se queda en Tokio y aprovecha para seguir sus estudios universitarios y de paso tener aventuras amorosas esporádicas, si bien una de ellas, con Midori, le deja una impresión especial.
Con el paso del tiempo la enfermedad de Naoko se agrava hasta el punto de que un día se suicida, con lo que Toru, después de pasar una temporada de intenso dolor por la pérdida de su amada, decide finalmente fomalizar su relación con esta otra chica Midori.
Una película tremendamente triste, donde los personajes en su infructuosa búsqueda del amor, intentan compensarlo dando rienda suelta a sus pulsiones sexuales, sin que tampoco esto les ayuda. El mensaje de Toru de que el dolor nos llega en la vida de forma periódica y que lo único que nos queda es prepararnos para afrontarlo, transmite un pesimismo atroz que me recuerda al de las novelas de Houellebecq.
Está filmada por el director de la genial e irrepetible película "El olor de la papaya verde", Tran Anh Hung, sin que en ningún momento logre alcanzar el nivel de ésta. Sí que consigue crear un cierto aire poético y bucólico, incluso de época, pero la lentitud y el abuso, una vez más, de los primeros planos, para incidir en los sentimientos de los protagonistas, independientemente del entorno, le restan calidad. La película dura 133 minutos, un metraje en mi opinión excesivo.
Mi admirado Carlos Boyero dijo el año pasado que leyó el libro de Murakami, teniendo que dejarlo a la mitad por aburrido, lo que a mí me servirá de justificación para no tener que embarcarme en su lectura.
Pues a mi el libro me gustó mucho, aunque sí que es cierto que es una historia triste.
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