Elena trabaja de camarera en un bar pero sueña con montar uno propio, moderno, con su amigo gay del alma en una antigua estación de gasolina. Tiene un novio que pertenece a la buena sociedad pero que no le acaba de convencer y su vida en general transcurre sin más. Todo cambia cuando aparece el nuevo novio de su íntima amiga Silvia, un mecánico, homófobo, inculto, el irresistiblemente atractivo Antonio, del que se enamorará perdidamente.
A pesar de que tendrá que hacer frente a la reacción de su amiga, de su novio, de su familia y de sus amigos, la relación irá adelante, se casarán y tendrán dos niños.
Con el paso del tiempo aparecerán los primeros problemas, las características tan particulares de Antonio, que en su momento no sólo no le molestaban, sino que le hacían más atractivo, ahora comienzan a convertirse en insalvables, tal y como les parecía a todas las personas de su entorno.
Nueva película coral al estilo Özpetek, sobre un asunto que se empieza a ver en otras películas, la volubilidad del amor y del cambio de las personas y de las relaciones humanas con el paso del tiempo.
Como siempre en las películas de este director italo-turco aparecen unos personajes secundarios que tienen una bis cómica y a la vez irónica, que a mí en ocasiones me recuerda a Almodóvar, que les sirve para decir lo que nadie se atreve y que son los que sacan de su confusión a los personajes principales. Una de ellas, Luisa Ranieri, hace un memorable papel de peluquera napolitana.
Rodada en Lecce, preciosa ciudad del sur de Italia, que ya ha servido de escenario para otras películas de este director, que siempre logra que sus películas resulten interesantes y entretenidas.
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