Ya amenazaba el thriller con que pudiera ser un película sin interés, pero el nombre del director y de los actores y la pulsión cinéfila, que le lleva a uno a echarse a las salas de cine a ver si ve algo interesante, hace que al final te decidas y compres la entrada.
Imagino que animado por el éxito de su anterior película -Carnage (2011)-, que también era una obra de teatro en formato de película, Polanski se aventura esta vez con la adaptación de a su vez otra de una novela del XIX sobre las relaciones sadomasoquistas que escribió Sacher-Masoch, en una obra donde sólo hay dos personajes todo el tiempo en un escenario de teatro.
La trama empieza cuando una actriz de poca monta llega tarde a una audición de un director y escritor de teatro de cierto prestigio, que a regañadientes accede a hacerle la prueba, para después darse cuenta de que es la actriz ideal para el papel y finalmente los dos de tanto ensayar se meten en los papeles de la propia obra, llegándose a creer que son los propios personajes.
Tremendo pestiñazo que se habrá podido producir gracias a su bajo coste y del que uno se pregunta cómo es posible que fuera presentada a competición en el Festival de Cine de Cannes de 2013.
Estos festivales quizás sirvan de referencia para publicitar aquello que pueda ser destacable, pero en este caso lo que me viene a la mente cuando veo el palmarés de este año es si esto era realmente lo mejor que había.
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