This Must Be The Place (2011), Paolo Sorrentino

Cheyenne es una antigua estrella del rock que con su esposa y gracias al dinero ganado con la música lleva una vida retirada y aburrida en una gran mansión en Dublín.

Cuando desde Nueva York recibe la llamada de su olvidado padre que está a punto de morir, decide ir a verlo para reconciliarse con él, aunque llegará demasiado tarde.

Una vez allí descubrirá la comunidad judía en la que vivía su padre y que éste, siendo un antiguo preso del campo de concentración de Auschwitz, había dedicado toda su vida a perseguir a un oficial de las SS que vivía escondido con otra identidad en algún pueblo escondido de Estados Unidos. Con todo y eso decidirá retomar la labor de su padre, y con la ayuda una organización dedicada a la caza de nazis, ir a buscar este nazi con objeto de matarlo.

Aunque Cheyenne está retirado desde hace tiempo, sigue maquillándose como cuando actuaba, lo que junto a una voz algo afeminada y que siempre esté arrastrando un carrito de la compra o una maleta pequeña de viaeje, que el director se empeña en mostrar continuamente y con el ruido de las ruedas al girar, le dan una presencia bastante extraña. Precisamente esta presencia de Penn, excesivamente estridente, es lo único negativo de la película, porque cuesta habituarse a sus extravagancias que además distraen innecesariamente de lo que está contando y de cómo lo está contando.

Porque sin embargo con esta historia tan insólita Sorrentino nos habla de la soledad, del dolor profundo de la pérdida del ser querido, de la incomunicación entre los seres humanos que genera tantos desencuentros, y nos lo cuenta de una manera maravillosa, apoyado en una gran escenografía y un manejo de la cámara extraordinario, lo que para mí hace que en muchos momentos logra que la narración alcance instantes poéticos.

Se trata de la primera película de Sorrentino rodada en inglés y el título de la película es un tributo a la canción del mismo nombre de los Talking Heads. La película participó en la sección oficial del Festival de Cannes de 2011 y ganó varios David de Donatello.