La película empieza con una serie de escenas de sexo durante la estancia de Gil de Biedma en Filipinas, que, a pesar de su más que conocida promiscuidad, que él mismo ya retrató descarnadamente en sus memorias, condicionan notablemente la idea que uno se hace del personaje.
Quizás hubiera sido mejor y seguramente más entretenido por su interés, haber contextualizado la vida del personaje, sin tener que descubrirlo a lo largo de la película.
La interpretación de Jordi Mollá va de menos a más y al final aporta bastante credibilidad al personaje.
Sirva aquí como homenaje un poema de su libro "Poemas póstumos":
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
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